Me llamo Carlos y esta es mi breve pero intensa historia con una escort. Soy propietario de una pequeña empresa con quince empleados, y entre ellos, una preciosa administrativa que me vuelve loco. Ella es una atractiva mujer de 30 años que llama mucho la atención. Suele venir al trabajo vestida como una secretaria salida de un vídeo porno. La he tanteado en numerosas ocasiones pero siempre me ha rechazado con mucha discreción. El tema es que me he ido obsesionando con la fantasía de follármela vestida con una camisa blanca escotada y una minifalda negra ajustada. Me masturbé en muchas ocasiones viendo vídeos porno imaginándome que era ella y esto llegó a preocuparme. Un día que salí de fiesta con un amigo, le conté mi fantasía y me propuso que buscase a una chica de compañía para que hiciese el rol de mi secretaria. Yo había ido a algún club pero nunca había estado con una chica de compañía. Me escribió en una servilleta un número de teléfono debajo de un texto que decía, Escort Valencia. Poco después hice la llamada.
Quede esa misma noche con una escort en un pub, eso sí, pedí una chica que se pareciese lo máximo posible a mi empleada y que viniese vestida como una secretaria sexi. El tipo de chica que buscaba era rubia con el pelo rizo y con unas buenas tetas. No fue difícil encontrar una escort que encajase con esa descripción. Espere algo más de media hora y cuando la escort apareció por el pub creí perder el conocimiento al ver lo buena que estaba. No se parecía especialmente a mi empleada, pero eso ya no me importo. La escort, que se hacía llamar Elena, apareció vestida con traje de falda negro con una blusa blanca a rayas muy escotada, con medias muy sugerentes y unos zapatos de tacón muy sexis. Estuvimos un buen rato hablando y, como poco, nos bebimos un par de copas cada uno. Le conté cual era mi fantasía y ella me dijo que le encanta hacer el rol de secretaria. Yo ya estaba muy excitado y le propuse irnos a otra parte y ella accedió con una agradable sonrisa.
La lleve a mi empresa y después de enseñarle las oficinas acabamos en mi despacho. Ahí es donde todo sucedió, era el lugar donde me había imaginado tantas veces follarme a mi empleada. Y en esta ocasión, Elena era mi empleada. La cosa fue subiendo de tono y lo hicimos en mi mesa y la mesa de reuniones. Al final la lleve a la mesa donde trabajaba mi empleada y allí me corrí sobre su preciosas tetas. Desde ese día, cada vez que apetece, llamo a Elena, mi nueva secretaria cachonda.